Guillermo del Toro nuevamente está dando de qué hablar en los festivales de cine y demás premiaciones con su más reciente película, ‘The Shape Of Water’, con un elenco llamativo conformado por Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Octavia Spencer y Doug Jones, el actor que encarnó a su memorable fauno del Laberinto, de nuevo aquí para darle vida al personaje fantástico de esta historia. La película llegó a las salas de cine mexicanas con el precedente de haber ganado el León de Oro a la mejor película en Venecia y el Globo al mejor director para Del Toro. Por supuesto, es bien sabido que la fantasía, el terror y la ciencia ficción son los géneros en los que el director mexicano se ha consolidado como todo un referente generacional durante al menos los últimos veinte años Sin duda, ha sido todo un ejemplo como artista en el medio hollywoodense, siempre manteniéndose en su espacio creativo natural, sin necesidad de hacer películas diferentes para conquistar a la crítica. ‘The Shape of Water’ nos relata una historia en los albores de los años sesenta, en plena Guerra Fría, donde, Elisa Esposito, una joven mujer muda (Sally Hawkins), que se encarga de la limpieza en un centro de investigación científica de los Estados Unidos, se encuentra con una criatura anfibia que llenará con una perfección mística sus vacíos de afecto. Por supuesto, sus intereses y sentimientos van en contra y en concordancia con los de otras personas, lo cual deriva en un thriller de la fantasía, con visos de horror característicos de Del Toro.
‘The Shape
Of Water’ empieza con un recorrido por las profundidades acuáticas, en lo que
parece ser una antigua ciudad sumergida, hasta que nos encontramos con Elisa
despertando de su sueño en el sofá de un apartamento. Esta primera escena marca
el concepto completo de la película: estamos sumergidos en realidad en un fondo
acuático, probablemente marino, en una ciudad del pasado, cubierta por la nostalgia
y la melancolía de Guillermo del Toro, con luces que se cuelan poéticamente por
la superficie, colores tristes y una cámara que flota siempre, perceptible o
imperceptiblemente, llevándonos también a la deriva, con la obligación de
someternos a la flotación. El tema de la película es evidentemente muy antiguo,
siempre lo hemos tenido presente. Es la encarnación que tiene como padres al romance
y al terror, la historia del monstruo y la doncella, la copulación de los
outsiders. La literatura, y el cine por consecuencia, han tratado este asunto
en célebres ocasiones. Drácula, La Bella y la Bestia y King Kong son solo unos
ejemplos de diversos matices. ‘The Shape Of Water’ es la visión de Del Toro al
respecto, siempre con su mirada melancólica y poética, con todos esos detalles
de terror natural, vinculados especialmente con lo orgánico: las heridas de bala,
la putrefacción, los animales depredados. La sangre flotando en este gran
acuario cinematográfico pareciera el símbolo más elocuente de esta idea, con
ese color escarlata penetrante y la cadencia de los líquidos mezclados. El
grupo protagónico está liderado por mujeres y siempre con outsiders: Elisa, la
discapacitada, Zelda (Octavia Spencer), la mujer afroamericana de aquel
entonces; Giles (Richard Jenkins) el frustrado artista homosexual, el animal
monstruoso torturado y el científico (Michael Stuhlbarg), práctica y
tristemente un proscrito en la actualidad. Es refrescante pensar que Del Toro
no piensa en este abanico de personajes por compromiso con la corrección
política, sino porque realmente se considera uno de ellos, y esto puede decirse
por la simple y contundente referencia de su filmografía. Hace poco hizo
referencia en una entrevista a su mexicanidad, a su pertenencia a la otredad de
Octavio Paz.
Por
supuesto, para quienes son discriminados, una de las salidas más atractivas es
lo pagano, con toda una figura para adorar, imponente, proveniente de otro
mundo, mágica. ‘The Shape Of Water’ tal vez no sea un clásico, ni siquiera una novedad de fondo, pero sí será una película siempre acogedora para refugiarse,
como suele serlo el cine de quien a todas luces es un legítimo autor.
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