sábado, 2 de junio de 2018

El western millennial de ‘Solo: A Star Wars Story’ y la cohesión generacional de Ron Howard

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Las películas de Star Wars no paran en su esfuerzo por integrarse a la más reciente oleada de blockbusters comandada por los superhéroes. Ya han iniciado una tercera trilogía y además han lanzado un par de películas individuales de momentos independientes en la mitología estelar. La primera fue la interesante ‘Rogue One: A Star Wars Story’ y la segunda es ‘Solo: A Star Wars Story’, que actualmente está en las carteleras y cuenta el surgimiento de Han Solo y Chewbacca, la histórica dupla que pilotea el Halcón Milenario, la nave emblemática de la resistencia en este universo. Han (Alden Ehrenreich) es un ladrón en la industrial y segregada Corellia, acompañado por su amante, la entusiasta Q’ira (Emilia Clarke), siempre en la búsqueda de contrabandear y vender al mejor postor, incluso con deudas que lo obligan a escapar, traumáticamente dejando atrás a su amante. En su intención de entrenarse como piloto imperial, se encuentra con un equipo de mercenarios de gran escala que finalmente decide invitarlo tras encontrarte con Chewbacca (Joonas Suotamo), inseparable hacia el futuro. Las dificultades surgirán cuando los sindicatos criminales ejerzan su control fáctico sobre el negocio contrabandista. La resolución de estos asuntos dejará a Han Solo y Chewbacca, dos miembros de la histórica resistencia, de cara al futuro rebelde, que para nosotros los espectadores es la leyenda.

Para esta película, la dirección se ha dejado en manos del experimentado Ron Howard, ganador del premio Óscar y firmante de varias películas fácilmente memorables, como ‘Cocoon’, ‘Willow’, ‘Apollo 13’, ‘A Beautiful Man’ (con la que ganó el Óscar), ‘Frost/Nixon’ y varias más. Howard ha sabido conectar especialmente con diversas generaciones, logrando comprender como pocos la importancia de los clásicos de género, que comprende culturalmente el impacto de los clásicos en cada década y además sabe bien conectar con el público, consigue efectos positivos en la taquilla (aunque al parecer esta película no ha respondido de la forma esperada en ese aspecto). Howard es un cineasta con credenciales y que funciona bien para darle impulso a los nuevos intentos de una saga que transformó el mundo del cine hace ya más de cuarenta años. Intentos para entrar al mundo de esta generación, al mundo millennial. Lamentablemente es difícil derribar el muro que han construido las interminables películas de superhéroes.

‘Solo: A Star Wars Story’ decide entrar en los terrenos siempre acogedores del western, para construir la épica individual de este personaje que hace parte de la cultura colectiva del occidente cinematográfico. El western que se ha encargado de narrar la construcción de las profundidades estadounidenses y que aquí de nuevo es el método para narrar la historia de un prócer generacional. La película recaba incluso en la trascendental ‘Asalto y robo de un tren’, de Edwin S. Porter, la precursora del montaje paralelo. Después están las reuniones entre hombres de barba áspera que tanto inmortalizó el inmenso Sergio Leone y que aquí Howard representa con su objetivo generacional. El guion es firme en las tramas y en el entresijo de pasiones diversas, con los bares ya western repletos de extraterrestres embriagándose que Lucas planteó desde el comienzo. La confrontación es el corazón de esta película, en donde la aventura se enmarca en propósitos que van pasando gradualmente de individuales a colectivos. La música de nuevo es una marca indeleble, mientras que el diseño de producción, polvoso y oxidado, hacen que todo pueda ser captado con naturalidad por el espectador. Estratégicamente, la integración de Emilia Clarke, la estrella de ‘Game Of Thrones’, trae un público esencialmente millennial al cual se le premia con escenas claramente referenciales a episodios de aquella serie. De la misma forma, resulta interesantemente vinculante con esta generación el cada vez más integrado mundo entre el hombre y la máquina, con escasa humanización al menos en lo formal, explorando incluso las posibilidades de los vínculos amorosos. Todo será interesante para el espectador más que para el presente.

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