Monty Python lleva cincuenta años transformando la comedia televisiva con una farsa punzante exquisita, intelectual y siempre revolucionaria, que ha desafiado los límites constantemente, dentro de la cultura misma, de forma extendida, siempre con una obra imperecedera, que ha producido carcajadas y reflexiones sobre la sociedad, siempre con la misma intensidad. Su histórico paso por la televisión con la gran serie ‘Monty Python’s Flying Circus’ consiguió para ellos éxito de crítica y audiencia, de tal forma que pudieron embarcar proyectos cinematográficos específicos que continuaron con su legado. Para su tercera película, en 1979, decidieron arriesgarse a tocar un tema especialmente sensible, como siempre suele serlo la religión. Por supuesto, la presencia especial de la religión y la política en el guion de los Python generó dificultades especiales para conseguir la inversión necesaria para la producción. Afortunadamente, apareció al rescate el exbeatle George Harrison, a quien le encantó el guion e incluso hipotecó su casa para que la película se realizara. Los integrantes de Monty Python coinciden en decir que es el boleto más caro que se ha pagado para ver una película. ‘Life Of Brian’ nos cuenta la historia de Brian Cohen (Graham Chapman), un contemporáneo de Cristo, que nació en el pesebre vecino, hijo de una madre soltera especialmente vulgar. A los 33 años de edad, se ve inmiscuido progresivamente en los planes de un grupo fundamentalista que lo convierte en su propio Mesías.
Terry Jones, el director principal en las películas de los Python, se encargó también de la realización en este caso. De la misma forma, el protagonismo fue para Graham Chapman, el extinto Python y el guion fue escrito por todos en un formato de diversos sketches, con la historia de Brian como hilo conductor. Por supuesto, no faltaron las animaciones del legendario Terry Gilliam. Eric Idle se encargó de las canciones, en donde se destaca la espléndida ‘Always Look on The Bright Side of Life’, en una apoteósica escena de crucifixión. Todos ellos, junto a John Cleese y Michael Palin se repartieron los personajes en un ensamble extraordinario de judíos y romanos de diferentes castas y jerarquías. Terry Jones resuelve de forma eficiente estos sketches, permitiéndose construir islas como aperitivos, en donde podemos ver sketches desvinculados de la trama principal, pero simultáneamente construyendo un relato cinematográfico en el cual se favorece la comedia física y los diálogos absurdos y desternillantes del sexteto inglés, con cortes que permiten reforzar la situación, usualmente entre los planos generales y los medios. Evidentemente, los Python saben muy bien cómo desarrollar armónicamente el trazo escénico, con un entendimiento casi automático. Las voces, las posturas, las miradas, los gestos, las actuaciones, todo esto funciona espectacularmente en este colectivo que combina de forma espléndida al clown, al mimo, al saltimbanqui, al bufón, al histrión, al juglar, que recoge tradiciones enteras y con una alquimia única las transforma en algo único.
Lo más sorprendente de ‘Life of Brian’ es su increíble vigencia frente a la actualidad, en donde las posturas se hacen irreconciliables, en donde la corrección política se ha vuelto prácticamente ley y el conservadurismo disfrazado de incorrección está haciendo de las suyas. Resultan sorprendentes ciertos diálogos en los que, con el absurdo fársico que tanto han pulido los Python, se revelan palabras que parecen escritas en un cuartel político en Washington, ya sea de organizaciones ciudadanas o institucionales. Preguntarse si los Monty Python podrían existir y subsistir en el mundo actual nos revela un panorama verdaderamente preocupante con respecto a la libertad de expresión. Afortunadamente, la memoria que han creado juntos John Cleese, Graham Chapman, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin nutre especialmente el discurso libertario auténtico, estimula esa búsqueda de la libertad expresiva plena, que para cada quien debería ser objeto de revisión en algún momento de la vida.
Terry Jones, el director principal en las películas de los Python, se encargó también de la realización en este caso. De la misma forma, el protagonismo fue para Graham Chapman, el extinto Python y el guion fue escrito por todos en un formato de diversos sketches, con la historia de Brian como hilo conductor. Por supuesto, no faltaron las animaciones del legendario Terry Gilliam. Eric Idle se encargó de las canciones, en donde se destaca la espléndida ‘Always Look on The Bright Side of Life’, en una apoteósica escena de crucifixión. Todos ellos, junto a John Cleese y Michael Palin se repartieron los personajes en un ensamble extraordinario de judíos y romanos de diferentes castas y jerarquías. Terry Jones resuelve de forma eficiente estos sketches, permitiéndose construir islas como aperitivos, en donde podemos ver sketches desvinculados de la trama principal, pero simultáneamente construyendo un relato cinematográfico en el cual se favorece la comedia física y los diálogos absurdos y desternillantes del sexteto inglés, con cortes que permiten reforzar la situación, usualmente entre los planos generales y los medios. Evidentemente, los Python saben muy bien cómo desarrollar armónicamente el trazo escénico, con un entendimiento casi automático. Las voces, las posturas, las miradas, los gestos, las actuaciones, todo esto funciona espectacularmente en este colectivo que combina de forma espléndida al clown, al mimo, al saltimbanqui, al bufón, al histrión, al juglar, que recoge tradiciones enteras y con una alquimia única las transforma en algo único.
Lo más sorprendente de ‘Life of Brian’ es su increíble vigencia frente a la actualidad, en donde las posturas se hacen irreconciliables, en donde la corrección política se ha vuelto prácticamente ley y el conservadurismo disfrazado de incorrección está haciendo de las suyas. Resultan sorprendentes ciertos diálogos en los que, con el absurdo fársico que tanto han pulido los Python, se revelan palabras que parecen escritas en un cuartel político en Washington, ya sea de organizaciones ciudadanas o institucionales. Preguntarse si los Monty Python podrían existir y subsistir en el mundo actual nos revela un panorama verdaderamente preocupante con respecto a la libertad de expresión. Afortunadamente, la memoria que han creado juntos John Cleese, Graham Chapman, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin nutre especialmente el discurso libertario auténtico, estimula esa búsqueda de la libertad expresiva plena, que para cada quien debería ser objeto de revisión en algún momento de la vida.
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