viernes, 2 de marzo de 2018

La poesía orgánica de Paul Thomas Anderson y el misterio exuberante de ‘Phantom Thread’



























Paul Thomas Anderson es uno de los cineastas más importantes de los últimos veinticinco años, con películas tan importantes y destacadas como ‘Boogie Nights’ (1997), ‘Magnolia’ (1999), ‘There Will Be Blood’ (2007) y ‘The Master’ (2012). Con ‘There Will Be Blood’, logró una de las grandes obras cinematográficas en la primera década de este siglo. Gran parte de ese éxito consistió en la colaboración entre Anderson y Daniel Day-Lewis, uno de los mejores actores de su generación. Esta dupla actor-director ha regresado con ‘Phantom Thread’ que ha conseguido seis nominaciones por parte de la Academia para los premios Oscar de este año. ‘Phantom Thread’ nos cuenta la historia de amor entre Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis), un modisto millonario en la Londres de los cincuenta, y Alma (Vicky Krieps) una joven que se presenta como su asistente y decididamente en su musa. Con este planteamiento en realidad sencillo, da inicio todo un misterio exuberante, toda una degustación.

Paul Thomas Anderson cuenta entre sus virtudes más identificables con una destreza asombrosa para conjugar hechizos, para construir escenarios absolutos, en sentidos diferentes, con personajes muy bien interrelacionados y aprovechando al máximo los recursos cinematográficos. En ‘Phantom Thread’ nos sumerge en un mundo de auténtico ensueño, con una fotografía de grandes magnitudes, espléndida, que recrea atmósferas, a cargo del mismo Paul Thomas Anderson. El arte es absolutamente plástico, pictórico, lleno de formas colores que transitan entre la luz y la oscuridad con total naturalidad, además de un vestuario especialmente desarrollado, obviamente por las exigencias del tema mismo de la película. No se puede dejar de mencionar la música, que envuelve esta atmósfera de ensueño, volviéndose cada vez más presente, como si fuera un manto que se extendiera elegantemente sobre toda la película. Mientras tanto, las pasiones, el misterio y la humanidad se vierten en este contexto.

Anderson abreva de fuentes contundentes para crear esta experiencia. Por supuesto, viene a la memoria el Bergman más elaborado el de ‘Gritos y Susurros’, el de ‘Fanny y Alexander’, con entornos de época elegantes, donde se escenifican pasiones intensas, con la fantasía rondando. También surge el recuerdo de ‘Rebecca’, de Hitchcock, una de las cintas más interesantes del “maestro del suspenso”, especialmente por la hermana de Reynolds, Cyril (Leslie Manville), que sin duda trae al presente a la histórica ama de llaves de aquella gran película clásica de ‘Hitch’. También se percibe de forma clara un cierto misterio buñueliano, lleno de contradicciones humanas bien representadas en situaciones específicas que derivan en la obsesión, como sucede en ‘Él’, ‘Ese Obscuro Objeto del Deseo’, ‘Ensayo de un Crimen’ o incluso ‘El Ángel Exterminador’. La sexualidad sadomasoquista está presente, más allá del acto sexual mismo, reflejada en la cotidianidad, en la convivencia, en la intensidad de una codependencia irresistible.

Por supuesto, un párrafo aparte merece el trabajo de Daniel Day-Lewis, quien ha anunciado que esta es su última película. El gran actor inglés por sí mismo es un espectáculo en esta película. La encarnación de este modisto lleno de caprichos, intenso y construido como un príncipe, es simplemente magistral. La corporalidad de Day-Lewis es asombrosa como siempre, desde la extensión del estilo glamoroso de este personaje, hasta el recogimiento de sus dolores. La forma casi mágica en la cual pronuncia las palabras, con una voz construida de forma específica y la mirada constante en medio de los silencios, en escenas especialmente tonales, en las cuales la joven Vicky Krieps responde a la altura y nos entregan contrapuntos exquisitos, conmovedores. Nuevamente podemos ver a un personaje que transita por una gama genuina de emociones, como lo vimos en ‘There Will Be Blood’ con esta misma dupla actor-director. Esta es una película para revisitar siempre y la experiencia siempre será exquisita.

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