jueves, 20 de marzo de 2025

La madre institucional de ‘Suspiria’ y la plástica giallo de Dario Argento


Una de las características extendidas del panorama cinematográfico en los años sesenta y setenta fue la reinvención, la diversificación y la fusión de los géneros clásicos hollywoodenses. La expansión inevitable de Hollywood por el mundo tras la Segunda Guerra Mundial, combinada con el impulso de culturas clásicas hegemónicas en Europa y la necesidad imperante de expresar en el cine los intereses estéticos de los autores. En ese contexto, en los años setenta en Italia, surgió el giallo, un género cinematográfico (y también literario) que fusiona el terror y el thriller, con una estética depurada y el paso constante de la realidad a la fantasía. El más importante representante del giallo, en Italia y en el mundo, ha sido Dario Argento, quien ha escrito toda una página en la historia del cine europeo con su desarrollo de este género. Con ‘Suspiria’ (1977), Argento culminó toda una escalada en el giallo que inició con ‘El pájaro de las plumas de cristal’ (1970) y tuvo otro pico considerable con ‘Rojo profundo’ (1975), hasta llegar la consolidación de esta película. A su vez, ‘Suspiria’ representó la primera piedra de una trilogía que se haría clásica en la historia del género y del terror en general. La llamada ‘Trilogía de las tres madres’, basada en el triunvirato de brujas satanistas del Mar Negro que tienen el poder de dominar el mundo entero y el curso de sus acontecimientos. ‘Suspiria’ relata la llegada de la estudiante de danza Suzy Bannion (Jessica Harper) a la academia Tanz en la ciudad alemana de Friburgo. En simultáneo con su llegada, Pat Hingle (Eva Axen) es asesinada brutal y misteriosamente tras haber sido expulsada de la academia, escapando de algún peligro para buscar socorro. A su llegada, Suzy va notando gradualmente un comportamiento extraño de las directivas y el servicio de la academia, aumentando sus sospechas sobre el acontecer de algo siniestro en la sombra. Su compañera Pat Hingle (Eva Axén) la respalda en sus sospechas y le comparte que la asesinada Pat le había dicho de una revelación aterradora antes de morir, sin terminar de decirle de qué se trataba. 

Argento se fundamenta en los principios del thriller, haciendo de Suzy el detective que va a desmantelar la trama siguiendo cada una de las pistas dejadas por ahí en los detalles por quienes trágicamente le antecedieron en esa tarea. Toda esta escritura cuidadosa de la característica trama del thriller se traza aquí sobre el fondo plástico de Argento, que comprende unos colores intensos, del rojo al azul, un movimiento amplio del fondo, de las texturas agitadas por las incidencias del clima, hasta un diseño sonoro que repara en los detalles (el suspiro ahogado del demonio envenenado en su ronquido) al igual que en los sonidos indescifrables que parecen venir de las paredes y los ecos propios de los espacios que lucen descomunales. Argento es metódico en la exhibición plástica de su cine. En ‘Suspiria’, su forma de consolidar el giallo con reconversión del terror recae en buena medida en un desarrollo plástico sobresaliente incluso para lo abominable, para el evento mismo del asesinato, por supuesto con un concepto que no es del todo nuevo sino que se alimenta con gran perspectiva de la inmensa y determinante tradición plástica de Italia, en la pintura y la escultura: una mirada a la belleza misma que sustenta buena parte de la mirada hegemónica sobre el mundo. Así se explica en buena medida la gran efectividad del cine giallo de Argento, quien pulsa cuerdas que están extensamente encordadas y templadas en el imaginario de Occidente durante siglos. Sobre ese base que no puede ser más firme por su respaldo histórico y en la representación también antigua de la maldad satánica. ‘Suspiria’ le da a Argento herramientas conceptuales muy eficientes para trazar la ya célebre plasticidad de su cine. 

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