sábado, 19 de junio de 2021

La eternidad esporádica de ‘Before Sunset’ y la catarsis parisina de Richard Linklater














Adentrarse en las profundidades del pensamiento implica recorrer todo un océano inasible, inabordable en realidad, especialmente cuando se trata de pensar en el devenir que nos ha puesto en el instante desde el cual vemos el pasado como si fuera un paisaje. La disertación profunda y naturalista es todo un rasgo en la filmografía de Richard Linklater, uno de los grandes cineastas de la última generación de independientes del cine estadounidense. Las implicaciones del asunto que trató Linklater en ‘Before Sunrise’ (1995) requerían de una secuela, porque los encuentros que marcan la vida también dejan justo eso: secuelas. Nueve años después de su jubiloso y excitante encuentro, Jesse (Ethan Hawke) se ha convertido en un escritor de éxito notable, haciendo de aquel encuentro una novela que despierta preguntas traviesas de los periodistas. En la ruta de la presentación de su obra por Europa, se reencuentra con Celine (Julie Delpy) con quien de nuevo zarpa al mar de la conversación, ahora deambulando por las calles de París y navegando el Sena. El peso de casi una década sobre aquellos dos que se cruzaron en un tren que atravesaba Europa, hace que la conversación de transforme de tal forma que se convierte en catarsis. 

Linklater nos lanza en una nueva road movie del diálogo. Una tira de disertación catártica cortada en trozos, en cinco largas escenas en donde los caminantes atraviesan la arquitectura clásica y moderna de París, por los callejones, las calles, los cafés, los senderos de los parques y los apartamentos de solteros. La conversación va rompiendo el hielo que ha construido casi una década y comienza por un entorno gigantesco en el que los dialogantes observan el mundo desde la torre de cristal, como si se abrazaran mientras retumban los cimientos del espacio que los acoge. La relajación va avivando las secuelas de aquella noche en vela que pasaron en Viena nueve años atrás. Unas secuelas que aún no se definen con claridad, que solamente empiezan a comprenderse bajo el resguardo de la charla como canal del pensamiento, que solo se revelan con la voz que se lanzan entre sí como ayudándose a sostener en sus propias infelicidades. Linklater necesariamente escribió el guion en compañía de Julie Delpy y Ethan Hawke, quienes sostienen en sus hombros el asunto trascendente que se abrió nueve años antes también en la realización, cuando se creó un nuevo mundo en el encuentro romántico de dos jóvenes, como sucede en los mitos que construyen nuevas civilizaciones. Precisamente, ‘Before Sunset’ cuestiona la estructura social, que condena los seres humanos a la infelicidad que implica mantener las formas y tener que someterse a la arbitrariedad del mundo para defender el amor. A diferencia de ‘Before Sunrise’, aquí Jesse y Celine están constantemente cubiertos por la luz cálida de la tarde, mientras sus miradas por momentos se abandonan y se pierden en la contemplación de un espacio mental en el que se levanta el panorama de la realidad, de lo que se ha construido con una conciencia escasa. Por momentos el fondo de París se nos revela como si observara el trasegar de quienes se reencuentran, como en los viejos romances que la caracterizaron siempre en la historia del cine, pero en otros momentos el espacio se hace etéreo y solamente envuelve como en una nube metafísica la humanidad de la crisis existencial, con una melancolía que solamente se hace afable mientras los amantes que se visitan cada década se encuentran. La tarde es una de aquellas que se necesitan prolongar, más allá del deseo, de la comodidad o de la diversión, para capturar de forma permanente los instantes de las risas, los bailes y el llanto hecho nudo en la garganta.  

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