Spike Lee es una de las figuras más importantes en la oleada del cine independiente estadounidense, en la segunda mitad de los años 80. Su célebre cine político afroamericano tuvo un lugar muy especial en los años ochenta, en medio del apogeo máximo de los blockbusters, reviviendo de forma especial la importante presencia del cine culturalmente afro en los años setenta, especialmente con el potente y musical blaxploitation. El cine de Lee también abreva de esa fuente y además agrega el fundamental contenido de una reivindicación sociopolítica histórica durante el siglo pasado. Películas como ‘She’s gotta have it’ (1986), ‘Malcolm X’ (1990) y, sobre todo, la contundente y clásica ‘Do the right thing’ (1989) han representado todo un legado de identidad y cohesión para las más recientes generaciones afroamericanas, y en general progresistas, en los Estados Unidos. La más reciente película de Spike Lee, ‘Blackklansman’ (2018), ha conseguido seis nominaciones a los premios Óscar, incluyendo mejor película y mejor director, tras haber conseguido el Premio del Jurado en el más reciente Festival de Cannes. ‘Blakkklansman’ cuenta la historia real de la infiltración del policía negro Ron Stalworth (John David Washington) en el Ku Klux Klan, complementado por su compañero judío Flip Zimmerman (Adam Driver), mientras simultáneamente mantiene una relación con Patrice (Laura Harrier), líder de las Panteras Negras. Como se puede suponer, el planteamiento es todo un cóctel explosivo.
‘Blackkklansman’ tiene como características fundamentales su situación histórica en los años setenta y la preponderancia de la comedia siempre presente en el cine de Spike Lee. Esto se establece en el trasfondo formal de una consistente película de Blaxploitation, renovada en estos tiempos. Esto implica que siempre está presente una poderosa banda sonora enmarcada en los géneros de la música negra estadounidense, con una banda sonora portentosa compuesta por el prolífico Terence Blanchard, llena de funk, blues, soul y más. Inclusive, son constantes las referencias al Blaxploitation, especialmente de los que son probablemente sus más grandes clásicos: ‘Shaft’ (1971) de Gordon Parks y ‘Superfly’ (1972), de Gordon Parks Jr. Sobre este escenario formal, Lee desarrolla la experiencia de una compenetración profunda entre las perspectivas raciales afroamericanas y las caucásicas, llevadas al extremo, en el momento histórico en el que se ubica. Lo que resulta especialmente interesante es la extensión de esa situación que se hace a los años 1917 y 2017 para comprender que el conflicto subsiste, que el racismo pervive dolorosamente. Los rostros afroamericanos se exponen poética y casi nostálgicamente al discurso agresivo de su propia reivindicación en escenas contundentes de las Panteras Negras. También podemos contemplar la ritualidad con la que los extremistas blancos asumen su presencia en el tristemente célebre Klan. La película de Lee no corta la relación entre los dos grupos, sino que por el contrario los fusiona, los integra, precisamente como a fin de cuentas se da en la sociedad de estos tiempos, con todo y los radicalismos violentos que han resurgido. Este ejercicio le permite administrar a Spike Lee de forma muy eficiente el ritmo narrativo de la película, los suspensos y las sorpresas, en un contexto que sabemos muy bien como espectadores que el potencialmente explosivo.
El retorno de un director emblemático siempre es alentador para la actualidad del cine. No es la excepción con el caso de Spike Lee, quien con mejor humor que nunca, nos sitúa en la reflexión profunda sobre un impactante estancamiento social. Nos plantea la perspectiva de un humanismo evolucionado, integral, que incluso se ha perfeccionado en relación con el discurso histórico de sus causas. Esa confrontación entre la evolución del discurso, de la filosofía misma, se contrapone con el crecimiento preocupante de lo reaccionario, no solamente en Estados Unidos sino en todo el mundo. Al final, Lee consigue exponer de nuevo la exuberancia placentera de su cultura e incubar una reflexión especial en el espectador con respecto a la sociedad en la que vive. Aunque no sea la gringa.
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