sábado, 4 de agosto de 2018

El testimonio eufórico de The Beatles: Eight Days a Week - The Touring Years y la reconstrucción emocional de Ron Howard


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La cultura popular es la primera que marca nuestras vidas y no deja de hacerlo nunca. La música y el cine fueron los primeros medios por los cuales recibimos esa influencia. Por supuesto, la aparición de la música rock renovó el significado de ser joven y masificó notoriamente la exploración de diferentes espacios para el desarrollo individual de cada persona, especialmente en Occidente. The Beatles representó simultáneamente la consolidación del rock and roll estadounidense y abrió las puertas para la Invasión Inglesa, que terminaría transformando profundamente la cultura popular en este lado del mundo. Por supuesto, la trascendencia de los Beatles los ha llevado muchas veces al cine, a la exploración cinematográfica de un fenómeno simultáneamente trascendente en lo comercial y en lo artístico. Una de las entregas más interesantes alrededor del célebre Cuarteto de Liverpool en el mundo del cine estuvo a cargo del experimentado Ron Howard (ganador del Óscar en 2002 con ‘A Beatiful Mind’). Howard dirige ‘The Beatles: Eight Days A Week’, en donde reconstruye el impresionante fenómeno social que representaron The Beatles en los Estados Unidos a mediados de los años sesenta, desde su llegada en 1964 hasta su retiro de los conciertos en 1966. Con base en testimonios diversos, de diferentes fuentes, incluidos los archivos de los dos Beatles fallecidos, John Lennon y George Harrison, y de los sobrevivientes, Paul McCartney y Ringo Starr, además de muchos que vivieron de una forma u otra aquella época.

Howard aborda esta reconstrucción con la intención de reconstruir la auténtica magnitud de lo que representó la Beatlemania y en general la influencia de los Beatles en el mundo para ese entonces. La ausencia de precedentes para fenómenos de ese tipo en el momento, representó sin duda un reto para las instituciones, incluidas las políticas, las religiosas, las de gobierno y las sociales mismas. McCartney y Starr nos relatan, con la perspectiva que da la distancia en los años, una visión renovada de lo que ellos vivían interiormente, en medio de la euforia desbordada muchas veces hacia el caos. La película trata de hacer un recorrido cronológico con base en los exitosísimos álbumes que el grupo iba lanzando al mercado, batiendo todos los récords, y simultáneamente revisa miradas distintas, de expertos en música y humanidades, de artistas bien reconocidos en diversos medios y de periodistas. Todo esto funciona al mismo tiempo como retrato de unos años convulsionados en el mundo, llenos de discriminaciones, de violencia, de revoluciones, de dictaduras, como un planeta en formación, agitado, mientras ellos pasaban en medio de la locura, ciertamente vulnerables en diversos puntos, en Asia, en Europa, en los mismos Estados Unidos, en donde la lucha entre los activistas y los fundamentalistas estaba en plena ebullición. En este contexto, trascendieron a su propia música y se convirtieron en la identificación que millones de jóvenes buscaban después del desastre en la guerra, en la forma como podían construir relaciones entre sí mismos. Siempre con una respuesta oportuna, con una postura natural pero única y con música especialmente viva y revolucionaria en el arte mismo, los Beatles se convirtieron en un punto de encuentro, en la posibilidad para millones de adolescentes para sentirse parte de algo. Las imágenes de archivo resultan ser las más efectivas en el documental de Ron Howard para transmitir de forma eficiente la sensación de la historia misma sucediendo en ese punto. Un estadio inglés repleto de hombres cantando ‘She Loves You’, como si se tratara de un himno obrero, y por supuesto los mismos Beatles, en Washington, dándole la vuelta a la batería de Ringo Starr y llenando el aire con su energía descomunal, contagiosa. La experiencia humana poco a poco se fue sobrepasando a la banda, pero el impacto derribó sin duda una barrera que trajo los años finales de los años sesenta, donde también fueron claves. Resulta emocionante y asombroso reconocer la dimensión de lo sucedido.

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