Pixar es una de las compañías más destacadas en Hollywood durante los últimos 25 años. Ha sabido mantenerse en la cima del negocio y convertirse en todo un paradigma en la animación, además de posicionarse como todo un referente para las generaciones de todo el mundo en dicho lapso. Gradualmente se han ido adentrando en la ola de reconstrucciones y derivaciones que desde hace un buen rato domina en esta industria. Se han decidido por las secuelas y ya suman tres de ‘Toy Story’, su película emblemática, dos de ‘Buscando a Nemo’ y más recientemente ‘Los Increíbles 2’, muy ad hoc con la oleada de superhéroes que se ha tomado esta década de blockbusters. Para entrar en estos terrenos, con tantas referencias inmediatas y simultáneas, la segunda parte del mundo superpoderoso de Pixar fue dirigida por Brad Bird, uno de los grandes pioneros de la compañía, quien ya se había encargado de la primera entrega y de la entrañable ‘Ratatouille’, además de contar por su propia cuenta con participación en la televisión, nada más y nada menos que dirigiendo un par de capítulos de ‘Los Simpson’ y uno más de la extraordinaria ‘Historias Asombrosas’, de Spielberg, entre otros creadores. De hecho, ya en el cine, específicamente en la animación, había marcado todo un clásico con la fabulosa ‘El gigante de acero’. Para ‘Los Increíbles 2’, Bird nos ubica justo en donde nos había dejado la primera entrega, en el ataque del Hombre Topo que parecía el regreso triunfal de la superfamilia Parr. Sin embargo, pronto nos damos cuenta de que la sociedad sigue siendo un obstáculo insalvable para esta familia casi maldita con el poder. Su enfrentamiento con este criminal deja daños incalculables y pocos resultados, lo cual los lanza de nuevo al exilio, en un triste hotel de paso. Surge entonces la iniciativa privada, interesada en que los súper vuelvan a tomar su posición y, como nos quedó bien claro en la primera película, no todo lo que brilla es oro en el mundo corporativo.
Para construir esta experiencia, Brad Bird abreva de su vasta experiencia, no solamente como cineasta, sino como aficionado ferviente del cine, la televisión y los cómics de superhéroes, reconstruyendo personajes bien conocidos con gran elegancia y un diseño especialmente elegante. Todo se sostiene sobre un thriller característico del género, particularmente de los cómics, con una inmensa cantidad intriga y un misterio que debe ser resuelto, con el protagonismo de Helen Parr (Holly Hunter), la atractiva Elastigirl, quien despierta la envidia machista de su marido, el todopoderoso Mr. Increíble (Craig T. Nelson), quien tiene que asumir más decididamente su personalidad humana como Bob Parr y encargarse de una casa en constante evolución, con una Violeta (Sarah Vowell), cada vez más adolescente, Dash (Huck Milner), progresivamente más preadolescente y el impredecible Jack-Jack (Eli Fucile), una caja de sorpresas, superpoderes y encanto. Por fin una película de superhéroes en esta atiborrada década nos permite ver desvelos, angustias, desesperos, llamadas telefónicas entre familiares, cotidianidad, día a día, sin despegarnos de las inmensas posibilidades de la acción característica. Podemos comprender al superhéroe como un profesional comprometido en todo sentido, como ese filántropo que se exige continuamente y está sometido a las falencias de su condición humana. La espectacular música rememora, la luz nos acoge, el color nos llama con sus destellos, como las series que construyeron este imaginario, con los trazos de los cómics que les dieron vida, con la experiencia cinematográfica que vivimos hace tanto tiempo. Podemos disfrutar de un suspenso elaborado y de una comedia exquisita, con diálogos finísimos y unos gags visuales inolvidables. Regresamos a una memoria colectiva longeva y que marcó la individualidad de millones de personas en todo el mundo. El héroe otra vez es filosófico, mítico y humano. Vuelve de la fantasía donde lo tenían encerrado a su casa matriarcal con la ciencia ficción y la aventura.
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