jueves, 9 de marzo de 2023

La punta del iceberg de ‘Women talking’ y la obra didáctica de Sarah Polley


Sarah Polley es uno de los casos más notables, en los últimos veinte años, de quienes han transitado de la actuación a la dirección en el cine. Con una extensa carrera como actriz, que se remonta en sus inicios a su primera infancia, Polley ha destacado en los últimos veinte años como un nombre relevante en el conjunto cada vez más afortunadamente amplio de mujeres directoras. La Polley directora está de vuelta en los premios Óscar con ‘Women Talking’, adaptación de la novela homónima de su coterránea Miriam Toews. En esta ocasión, se centra muy específicamente en una película elaborada en torno a las interpretaciones femeninas, sobre un grupo de mujeres menonitas, aislado en la geografía y en la religión, que trata de conciliar su fe con una realidad brutal que las golpea con salvajismo cotidiano. Así es como Polley concilia como nunca su vena actoral con el ejercicio de una dirección coral que representa todo un mundo subterráneo lleno de dolor y odio, pero también de bondad y amor. 

En el confinamiento de un henil en el que las mujeres se reúnen para lamerse las heridas y planear su futuro en medio de la desgracia, Polley nos instala en medio de una comunidad que con cierta desolación escéptica califica como “imaginación femenina”. La tremenda brutalidad de la que ha sido víctima este grupo heterogéneo y filial de mujeres, de todas las edades y todos los temperamentos, aparece como cuchilladas en medio de sus palabras, como un trauma cortante, para que surja la sangre, las contusiones, las bocas desdentadas y, peor aún, el dolor en el alma, la furia y la impotencia. Todo el resto del mundo gira como si fueran los demás planetas del sistema solar, mientras que el henil que sirve de recinto para un debate trascendente, se eleva lo suficiente para que siempre esté trazado el horizonte que precisamente está siendo definido. Polley se decide con preponderancia por los primeros planos, por los rostros que se expresan poseídos por la pena, por la risa, por el llanto, por la ira vengativa, por el odio. 

El elaborado camino que atraviesa la conversación colectiva, las emociones transversales de ‘Women Talking’ no nublan la extensa disertación que tienen las mujeres sobre sus propias prioridades, sobre lo preponderante de las decisiones que deben tomar. En ese punto emerge progresivamente la inclinación por la supervivencia, pero pasar por encima de los deseos de venganza, de la indignación y del odio es una purga siempre dolorosa. La película resulta ejemplar como modelo de la complejidad, sobre las interioridades de los acuerdos colectivos de resistencia multiplicados en todo tipo de marginación, no solamente en el terreno de la resistencia femenina. El saldo de esos acuerdos hace que emerjan los sacrificios y Polley tiene la destreza de plantearlos desde una posición humanista, que implica la simple observación de quienes atraviesan la tormenta y soportan la prevalencia del bien colectivo sobre el individual. En ese contexto, se revela un fondo profundo, que implica una consideración profunda sobre una lucha personal, la que tiene cada quien.  En el trazado con perspectiva de esta obra coral, Sarah Polley consigue también darle una particularidad suficiente a sus personajes, a las tensiones internas de cada una y de cada uno, que pueden ser tan tormentosas como las que tuvieron que cruzar para decidir lo mejor para todas. Sin duda alguna, ese rescate de la complejidad, de la conciliación para reducir los daños, tiene todo un proceso didáctico que protege la comprensión del otro, de un mundo que siempre será sustancialmente inaccesible para quien no está en esa circunstancia. 


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