Jordan Peele, guionista de televisión con larga experiencia, llamó la atención en el panorama del cine estadounidense hace un par de años con su ópera prima como director, ‘Get Out’ (2017). En esta primera película, Peele elabora una alegoría compleja sobre el racismo que le valió el premio al mejor guion en la entrega de los Oscar del siguiente año. Tras haber producido el nuevo remake de ‘Twilight Zone’ y la más reciente película de Spike Lee, ‘Blakkklansman’ (2018), el afroamericano director neoyorquino reaparece como director con ‘Us’ (2019), una película que ha despertado gran interés después de que su primera película despertara tanto interés diverso. En ‘Us’, Peele nos cuenta la historia de Adelaide Wilson (Lupita Nyong’o), quien cuando niña (Madison Curry) se escapó de la vista de sus padres una noche en una feria nocturna al lado de la playa y tuvo un encuentro que la trastornaría para siempre, en la casa de los espejos. Como adulta, con su esposo Gabe (Winston Duke) y sus hijos Zora (Shahadi Wright Joseph) y Jason (Evan Alex), regresan nuevamente a esa feria en la playa, y entonces se revela lo que siempre ha estado rondando su vida.
Igual que en ‘Get Out’, Peele busca aquí utilizar el género del horror enmarcado en el thriller para expresar una idea mucho más profunda y no solo referencial de un comportamiento, como podría serlo en una película común de horror. La construcción de la película se fundamenta en géneros bien identificables del terror, con referencias al que creció en el contexto especial de la década de los ochenta, lleno de referencias contextuales, con el aislamiento como escenario para la amenaza del monstruo que aquí es tan grupal como puede llegar a serlo. El tópico a fin de cuentas es antiquísimo y se refiere a la doble identidad, al lado oscuro. Puede referirse casi automáticamente el ‘Dr. Jekyll y Mr. Hyde’, de Robert Louis Stevenson, y con cierta perspectiva incluso a Caín y Abel. Es una combinación de ese enfrentamiento entre dos seres separados y la esencia oculta de cada quien que termina apareciendo desde las profundidades del subconsciente para atormentar la conciencia misma. En ‘Us’, la multiplicidad de esta duplicidad genera un discurso social importante, de gran interés, especialmente reflexivo. El posicionamiento genérico en el horror, con influencia del cine de zombis, con el grupo familiar como conjunto protagónico y a su vez duplicado, que genera el efecto actual de la liga de superhéroes, hace que la vinculación del espectador sea más fuerte. La inmersión en la situación es extraña, llena de sonidos que se aíslan, de miradas que se hacen confusas en la claridad, siempre repleto todo de arritmia, lo cual busca aportar a la sensación de confusión que requiere la situación para que el horror se empodere. La fotografía de Mike Gioulakis aporta por construir ese escenario de luces que brillan en la oscuridad, que pasan de ser festivas a amenazantes. La música de Michael Abels, con una orquestación potente que recuerda clásicos como ‘The Omen’ (1976) y se combina con clásicos pop diferenciados. Al final se consigue un collage siempre retro y heterogéneo que resulta difícil de controlar como maquinaria conceptual.
Pero lo más valioso de ‘Us’ es la reflexión profunda con respecto a la justicia social. La película se establece claramente como un discurso extenso con respecto a la desigualdad, a la brecha social, y señala la necesidad de responder a esa inmensa cantidad de seres humanos que han sido evidentemente desplazados, ignorados, excluidos del sistema económico, incluso expoliados. Son quienes no han podido hacer parte de la cadena productiva, no siempre por su responsabilidad. Peele plantea la reflexión al respecto, con una película que se alimenta de un género muy poular, para construir un discurso comprensible, extenso, identificable. Las crisis migratorias y ambientales sirven de ejemplo. La alfombra no puede ocultar tantos problemas que se han metido por debajo.
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